"No te enojes, no te preocupes, trabaja con entusiasmo, ama profundamente todo lo que te rodea y agradece al creador a diario todo lo que te da"

martes, 30 de marzo de 2010

XXIIIMMX A Perséfone

Amiga, ya has pasado tu tiempo en el Inframundo
y ahora te toca disfrutar de la vida.
Impregnar este invierno con la primavera de tu bondad,
iluminar los lugares más oscuros con la luz de tu sonrisa.

Extrañaré tus incontables gestos de dulzura
y tu preocupación desinteresada.
Porque existen momentos inolvidables,
cosas inexplicables y personas incomparables.


Llévate Perséfone todo el amor de esta isla.
para que llene tus días de soledad.
Te envío desde esta tierra tan lejana
la sonrisa de cada niño que te recuerda,
el canto de cada ave que suena en las mañanas,
el susurro del viento que te llevará desde este pueblo,
el sonido de cada árbol cuando se mecen sus hojas,
el aroma de cada flor que aparece enfrentando al clima,
el canto apagado de los Selk'nam
y el corazón de los que hacemos patria
en este pedacito de tierra
y sentimos cada día el vacío de tu ausencia.




Te deseo que tu hogar sea tu refugio
y esté siempre lleno de paz y armonía.
Te deseo que tus días estén llenos de sol
para que te llenes de energía y alimentes tus pasiones
Te deseo que tus noches estén llenas de estrellas
para que puedas liberarte y danzar con ellas.
Te deseo que la luna te cubra con su manto
y te llene de su magia misteriosa.

Te deseo que el viento refresque tu cabeza
y se lleve todas tus preocupaciones
y aquellos pensamientos que en silencio te atormentan.
Te deseo que la lluvia purifique tu espíritu inocente.
Te deseo que la nieve congele tu impaciencia
y congele también el tiempo en tus horas de alegría.
Te deseo que el Universo confabule con tus sueños
para que puedas lograr todos tus anhelos.




Te deseo tantos momentos felices como gotas tiene la lluvia,
tanto amor como luz irradia el sol
y tantas bendiciones como la arena del mar.
Te deseo que cada mañana al levantarte
decidas ser feliz por sólo por ese día
y vengan a tu memoria en tus malos momentos
todos los recuerdos felices que has construido durante tu vida.


Te regalo el Mundo, tan pequeño y tan grande,
para que aproveches al máximo todo lo que pueda darte.
Te regalo los atardeceres,
para que disfutes el cariño de la nostalgia.
Te regalo el viento y el océano
para que lleven tu imaginación
a lugares lejanos y desconocidos.



Te regalo mis ojos,
para que puedas verte con la belleza que yo veo.
Te regalo mis oídos,
para que escuches el armonioso sonido de tu risa.
Te regalo todos mis suspiros
para cuando sientas que el aire te falta.
Te regalo todas mis lágrimas
para que no tengas que derramar las tuyas.
Te regalo un pedacito de mi corazón
para que puedas con él parchar el tuyo.

Te regalo un abrazo y mi sonrisa,
para que puedan siempre acompañarte.

Te regalo mi amistad, tesoro que pocos comparten.

Y te regalo, con amor, este poema
que es lo mejor que puedo darte.



¡Hasta pronto Perséfone!

Porque el Adiós no existe.


Anankhe

viernes, 26 de marzo de 2010

XXVIIIIIMMX A un mes...

Hace ya un mes que sucedió. Esa terrible tragedia. El terremoto más terrible que puedo recordar, porque sucedió en mi época, en mi tiempo, en mi tierra.

Es increíble pensar que hace ya un mes de esas angustiosas noticias, frustrantes intentos de llamadas telefónicas, incertidumbre, temor, pensar en nuestros seres amados que se encontraban en ese momento en el centro del infierno y que no podíamos contactar para asegurarnos su supervivencia. Y no todos sobrevivieron.

Y parece que fuera sido ayer... quizás no ayer, pero se siente como apenas la semana pasada. No puedo creer como el tiempo, inclemente, nos obliga a continuar con nuestras vidas cotidianas dejando atrás a aquellos que lo perdieron todo, su hogar, sus anhelos, su esfuerzo, su familia, su vida. El tiempo definitivamente no espera a nadie, ni siquiera a los que sufren en este momento la agonía de vivir en una tierra postapocalíptica, cargando con la falta de centenares de personas que existían, sí, vivían tranquilas sus pequeñas vidas en un lugar aparentemente tranquilo y armonioso, hace apenas un mes...

Y el tiempo pasa y no espera por nadie. Miles siguen en la desesperación de no saber cómo continuar sus vidas, mientras nos preocupamos del último chascarro del Presidente de turno o del último eliminado de un absurdo Reality Show.
Un mes!!!! Y qué ha pasado??? Qué se sabe ahora de aquella gente, abandonada a su suerte, rodeada de militares que coartan sus libertades para proteger sus golpeadas vidas, que no han tenido el momento aún de sufrir el duelo de sus seres perdidos. Qué hay de aquellos mártires que nos recordaron lo diminutos que somos en un mundo que está en constante cambio, donde cada tragedia se desvanece con el tiempo hasta convertirse en una anécdota más de un libro de historia.

Hace un mes me di cuenta de la importancia de vivir y sobrevivir. De lo mucho que extraño a aquellos que están lejos. De la impotencia que se siente frente a las fuerzas de la naturaleza. De lo pequeños que somos, al fin, en esta esporádica existencia.

Hace un mes fuimos despertados. Se nos mostró con crueldad que cualquier cosa puede pasar cualquier día. Que nadie tiene las horas contadas ni compradas. Que debemos darle un sentido a nuestra existencia o desparecer anónimamente en el olvido.

Un mes y aún me afecta como si fuera sido ayer, como si fuera sido hoy, como si se repitiera una y otra vez cada día, todos los días.

Descanso a los caídos y paz a los que quedaron atrás. Es todo lo que puedo desear en este momento. Nada volverá a ser como antes, nunca más, para esta generación que fue testigo del desastre. Nunca más. Nuestros corazones quedaron marcados como las grietas en nuestra tierra.

sábado, 20 de marzo de 2010

XXIIIMMX Cuento - La Elegida del mar.

La Elegida del Mar


Ya era avanzada la tarde cuando ella apareció en la playa. Se sentó en la arena, rodeando sus rodillas con sus brazos. Sintió el agradable frío de aquella hora. En silencio, con la mirada fija en el horizonte, esperó el atardecer. Vio como el cielo azul se teñía de rojo. Vio morir al sol y como el cielo fue invadido lentamente por la penumbra. Esa noche había luna llena, lo que indicaba que el momento era el indicado.



Joven y hermosa, se irguió altanera frente a la orilla del mar. Se despojó de sus ropas y completamente desnuda miró al cielo, encarando a la luna. Ambas se contemplaron un instante mientras el agua fría bañaba delicadamente sus pies. Su blanca piel resplandecía en la oscuridad con la misma intensidad de las estrellas de aquella noche. El frío viento, como un aliento de hielo, pasaba discretamente a su lado, rodeando su cuerpo, haciendo que sus negros cabellos acariciaran suavemente su espalda desnuda.

Entonces, miró al mar. Se sentía tan pequeña y vulnerable que no pudo evitar sentirse seducida por aquella inmensidad, llena de promesas de poder y libertad que cautivaban su espíritu inocente, sin darse cuenta de que encierra en secreto la tentación de la muerte, que asoma sus garras con cada vaivén de la olas. En ese instante vio el resplandor de la luna reflejado sobre las aguas. Era el momento esperado. Un camino plateado y brillante que se presentaba ante ella como una invitación. Podía sentir como el mar la llamaba, lo sentía en cada fibra de su ser, la atraía hacia sí invitándola a compartir su grandeza. Ella se dispuso a seguir aquel camino y entonces, dudó. Sintió miedo, frío y un ruido molesto e insistente. Una campanilla que no cesaba de sonar...

Despertó. Abrió sus ojos, apagó perezosamente el despertador y se quedó un instante mirando el deteriorado techo de su habitación, por el que se filtraban algunos rayos de luz anunciando la mañana. Era el mismo sueño de todas las noches, ya tantas que no recordaba cuando había comenzado. Un intrigante sueño que la llenaba de felicidad y a su vez, de insatisfacción. Le recordaba su juventud, cuando vivía en aquella antigua casita frente a la playa y se quedaba cada tarde contemplando los atardeceres sentada en la playa.
Se levantó por fin y se preparó para ir a trabajar. Mientras se peinaba frente al espejo, trataba en vano de recordar que día era. Es que todos eran iguales, como si viviera el mismo día una y otra vez en un ciclo interminable. Si no fuera por su cabello cano y los surcos cada vez más marcados en su rostro, no se hubiera dado cuenta de que el tiempo realmente había pasado.

Elisa salió como todos los días en la mañana a abrir el kiosco que tenía en una esquina de la plaza. Era lo único que su esposo le había dejado y ella lo atendía desde que él enfermó y luego falleció. Aquel día en que fue tan injustamente arrebatado de su lado, hace ya siete años. Una larga enfermedad que extinguió su vida poco a poco, como una vela que se consume hasta que finalmente se apaga. Treinta y ocho años de matrimonio reducidos a algunas fotografías, un hijo siempre ausente y su kiosco, en la esquina de la plaza.

Día tras día veía pasar a las mismas personas y vendía las mismas cosas, casi sin hablar con nadie. Sólo algunos se tomaban el tiempo de decir ¡Buenos días! o ¡Buenas tardes!. Nadie se molestaba en preguntarle siquiera como estaba, aunque fuera por vana cortesía. A través de la pequeña ventanilla veía el mundo como si viera la misma película una y otra vez por la televisión. Estaba tan acostumbrada a ese lugar que creía ver cómo crecían los árboles. No tenía mucho en qué distraerse. A veces recordaba a su único hijo, del que hacía meses no tenía noticias. Había dejado el hogar demasiado joven, para trabajar en faenas mineras. Después se fue a probar suerte a la capital. Ahora vivía en una ciudad del sur y estaba demasiado ocupado, o al menos eso creía Elisa, para comunicarse con su madre. La última vez que lo vio fue para el funeral de su esposo. Le dejó algo de dinero y se marchó a los tres días. El se había casado hace ya cinco años, allá en el sur. "Debe ser una buena mujer" pensaba siempre mientras atendía su negocio. No le quedaba más que pensar ya que no la conocía. Ya tendrían un hijo o dos. Una familia a la que pertenecía por derecho y a la cual sólo podía imaginar.

Dieron las seis de la tarde en el reloj de la plaza. Ni siquiera se había acordado de almorzar, lo que se estaba convirtiendo en costumbre. Como todas las tardes, guardó sus mercancías y cerró el kiosco con ese pesado candado que le daba seguridad. Se dirigía su casa, pero ese día, sin saber por qué, casi por inercia, se desvió. Caminó las escasa cuadras que la separaban del Paseo del Mar y bajó por la extensa escalera. Finalmente llegó a la playa y se sentó en la arena, como en aquellos años, a esperar el atardecer. Algunas lágrimas asomaron en sus ojos cansados al sentir la brisa en el rostro. Apretó la arena en sus manos, dejándola escurrir lentamente entre sus dedos para caer en su regazo. Siguió con la mirada el movimiento de las aguas dejándose hechizar por la música de las olas. Sólo por ese instante, el resto del mundo desapareció tras ella. Desató su cabello para que se moviera libremente con el suave viento. En su rostro usualmente inexpresivo se dibujó tímidamente el bosquejo de una sonrisa. Siempre se había sentido atraída por el mar. Era como si, de alguna forma inexplicable, su espíritu perteneciera a aquellas aguas. Esperó la caída de la noche y se dirigió a su casa. Apenas comió un poco de pan, se acostó y sin darse cuenta se durmió.

Esa noche se repitió el mismo sueño. Elisa llegó nuevamente a la playa con su belleza de antaño marchitada por los años. Se sentó en la arena a esperar el atardecer. Una vez que se fue el sol y emergió la luna, se puso de pie, se desnudó y se acercó a la orilla. Se quedó allí, erguida, desafiante, mirando la luna y luego al océano, sintiendo como el viento acariciaba su piel desnuda. Su largo cabello se arremolinaba a su alrededor. La luna brillaba con toda su intensidad reflejándose en sus grandes ojos soñadores. Entonces, apareció sobre las aguas el sendero plateado. Se acercó, sin temor esta vez. Sin dudas, sin pensamientos, sin recuerdos ni preocupaciones. Simplemente se dejó llevar por aquella eterna llamada y avanzó sumergiéndose lentamente entre las suaves olas. El frío del agua le llegó hasta los huesos, pero no vaciló. Se sumergió completamente y comenzó a faltarle el aire. Se le hacía difícil avanzar, pero iba entre decidida y hechizada y siguió sin titubear. El miedo intentó en vano apoderarse de ella. Siguió adelante hasta que vio resplandecer una luz en el fondo del mar. Se encaminó hacia ella como atraída por un imán. A medida que se acercaba el frío desapareció. No respiraba, pero tampoco se sentía ahogada. Fue sintiendo un leve calor que la rodeaba y le infundía seguridad. Como que la acogía de cierta forma y esa sensación se acrecentaba con la cercanía de la fuente de luz al mismo tiempo que una desconocida energía recorría todo su cuerpo. Sintió en su corazón un torrente de emociones que se atropellaban entre sí mientras que por su mente pasaban recuerdos a una velocidad impresionante, algunos ya completamente olvidados. Al fin llegó al lugar de donde provenía aquella luz, extendió su mano y sutilmente, la tocó. Aquella luz instantáneamente se expandió envolviéndola. Efectivamente la había estado esperando toda su vida. No puede describirse la sensación que aquello le produjo. Fue como si Dios mismo la cobijara entre sus brazos. Su espíritu se extendió mucho más allá de su cuerpo fundiéndose con el universo. Su alma se llenó de paz y felicidad y Elisa, por fin, pudo ser libre. Libre de verdad. Libre para siempre.

Era de mañana otra vez en la plaza. Hacía una semana que el kiosco de la esquina estaba cerrado. Algunas personas que diariamente pasaban por ahí comenzaron a preguntarse que habría pasado con aquella señora. Ya se habían acostumbrado a verla allí durante tantos años así como a cualquiera de las estatuas o los árboles del lugar, que la recordaban casi como a un monumento. Algunos curiosos intentaron averiguar que había sido de ella, pero se percataron que nadie sabía su nombre. Ese mismo día llegó la noticia. El cuerpo de la señora Elisa fue encontrado sumergido en el mar, completamente desnudo. Hubieron algunas reacciones de incertidumbre y compasión, pero a nadie le importaba de verdad. Muchos especularon e iniciaron rumores. La verdad, nunca se supo.

Dos días después se realizó el funeral. No había mucha gente. Algunas mujeres de alguna iglesia que asistieron por compasión, un sacerdote y un hombre que lloraba de pie junto a una mujer, con un niño a su lado y otro en sus brazos. Sobre el ataúd se encontraba la única fotografía que pudieron encontrar, tan antigua que estaba un poco arruinada. Sólo se distinguía el rostro hermoso de una mujer, de ojos grandes y largos cabellos negros, con una sonrisa, aparentemente junto a una pequeña casita frente al mar.

Fin

Por Anankhe

jueves, 18 de marzo de 2010

MCMXCIX Contemplacion nocturna


Estoy sentada contemplando la noche, escuchando el frío silencio del infinito y tratando que mi mirada traspase la oscuridad circundante.
De pronto, levanto los ojos y veo el cielo nocturno en su esplendor, coronado por una esfera de plata y rodeada por miles de diamantes resplandecientes que paulatinamente se derraman sobre el mar, iluminando con sus reflejos las olas que azotan sin piedad y sin rencor la orilla de la playa, en un monótono y eterno vaivén que sobrecoge el alma para, luego, hacerla explotar.

XIIIIXMMI Relato de un sueño apocalíptico

RELATO DE UN SUEÑO APOCALIPTICO
Prisionera entre calles estrechas de muros destruidos escucho el sonido de los truenos que castigan la soberbia del hombre.

Miro al cielo y veo caer los rayos de luz sobre personas, edificios, ciudades. Escucho el sonido del concreto al derrumbarse.

Veo a la humanidad desaparecer como un imperio aplastado durante su apogeo. Los pecadores son eliminados uno a uno. Quizás mi turno se acerca.
Veo las olas del mar erguirse con odio para destrozar con su poder subestimado todo vestigio de una civilización orgullosa y egoísta. Sólo respiro cenizas y polvo. Todo está oscuro.

En el cielo, entre negras nubes, vi su rostro. Un rostro tallado en las sombras que surge amenazante sobre la Tierra. El rostro de la muerte con todo su horror.

La tierra se parte bajo mis pies, se derrumba y desaparece. Me quedo flotando en el aire mientras contemplo la destrucción. Escucho gritar a la gente que se rehúsa a morir. Corren asustados sin saber adonde ir. Lo único seguro es que no pueden escapar.
Las nubes giran alrededor de la muerte. Todo lo que mira se convierte en cenizas. Las negras aguas del mar invaden todo lo que queda. Las personas encadenadas son conducidas a enormes abismos de los que brotan llamas de fuego y se arrojan por sí mismas para terminar con todo de una vez.

Poco a poco desaparece todo rastro de humanidad. Las llamas se apagan y yo aún estoy aquí. Como si la muerte se hubiese olvidado de mí. ¿Por qué no me ha llevado? Quizás mi condena sea la peor de todas: quedarme aquí para siempre y no morir jamás.

Miro al cielo y la muerte se ha marchado. El cielo es azul otra vez. El mar ha vuelto a su lugar y toda ceniza fue arrastrada por el viento.


Miro otra vez la tierra y veo que ningún animal fue tocado y ninguna planta fue dañada. Ninguna montaña fue destruida. La tierra renace poco a poco y vuelve a ser como era en un principio, antes que los humanos la invadiéramos. Cuando todo era armonía. Cuando todo era perfecto, bueno y hermoso.

(Recuerden que fue sólo un sueño)

XVIIMMVIII Llamada de Atacama


Tengo ganas de moverme....
Mi espíritu, usualmente libre, se siente atado, encadenado. Quiere irse a San Pedro, como si una parte de mi alma perteneciera a aquella tierra sin tiempo y estuviera allí, aguardándome para el místico reencuentro. Sé que me espera, paciente y silenciosa, hija perdida en el mundo, lejos de su tierra, de su fuente de energía.

"Quiero sentir la ardiente caricia de tu manos de roca
y probar la sal de tus labios resecos,
para así beber sorbo a sorbo mi propia locura
que duerme en la tierra del eterno silencio"

La verdad, mi mente siempre va al norte, el desierto me tira con sus manos que salen de la arena. Puedo oir su incansable llamado en el viento. Mi alma pertenece ahí, puedo sentirlo. Me hace falta, mucha falta.

Siento que me estoy vaciando. Llenando la mente de ideas, pero, vaciando el espíritu. La energia se agota con rapidez.

Lo único que quiero es un respiro de libertad en la inmensidad de mi desierto.

XXVIMMVIII Resignada Desesperación


Es demasiado que contar....
Tengo esa terrible sensación de que mi vida está tomando el camino equivocado.
Se siente como si algo fuera repentinamente a estallar en mi cabeza. Tengo miedo de que estalle...una vez más.
Tengo miendo de volver a perder la conciencia de la realidad, ahora que todo parecía ir tan bien.
Siento que me falta tanto, no en lo material, sino en el hecho de hacer cosas y las sensaciones que me producen.
Estoy hambrienta de emociones, sedienta de exterimentar cosas nuevas, crear, jugar un poco con el sabor de lo prohibido.

Además quiero caminar, recorrer las calles innumerables veces con mi cámara fotográfica, viajar. Poder vivir sin tener que trabajar.
Tengo ganas de crear algo que sea perfecto. Hacer algo grandioso que haga recordar mi nombre por generaciones.
Me da terror verme resignada a una existencia mediocre y tener que seguir calmando las ansias de una mente superior con psicotrópicos para que pueda encajar en el mundo "normal". Tener que estupidizarme con la "cultura televisiva" actual que mata las neuronas de nuestra juventud acelerando su proceso de flaitemorfosis, o ver dramas inventados en tv o contaminarnos de malas noticias sólo para consolarnos de nuestras insignificantes existencias. Hacerte socio de esta sociedad te puede matar.

Y todo planeado para que mi mente no note lo que hay dia a dia alrededor: mediocridad, corrupción, flojera, flaitismo, depresión, amargura, conformidad adquirida en una sociedad limitada.
Se que puedo hacer más. mucho más. Necesito tomar riesgos que estimulen mi intelecto y hacer cosas que alimenten mi espíritu, siendo lo principar ver.

Sólo ver. Contemplar simultáneamente la maravilla y la miseria del mundo. Conocer lugares, maravillarme con la grandiosidad de la creación y tratar de capturarla por una fracción de segundo en una imagen perenne.
Una flor en una foto nunca se marchita ni pierde su color. Las personas en las fotos no envejecen, no mueren, están allí, eternamente sonrientes, como si una fracción de su alma hubiese quedado plasmada en ese trozo de papel, que se atesora por años y años.

Estoy cansada de dejar de hacer cosas sólo pór estar muy cansada para hacerlas. Como decía Ozzy "I'm so sick and tired of being sick and tired" (Estoy tan enfermo y cansado de estar enfermo y cansado). No quiero terminar mi vida cómodamernte infeliz.

Estoy muriendo lentamente y lo peor es que puedo verlo. Y siento la impotencia de no poder o no querer hacer nada al respecto.

Yo sólo quiero ser viento.

lunes, 15 de marzo de 2010

XVIIIMMXII Pensamiento 2

Todos, los cambios son buenos. Si son para mejor, avanzamos. Si son para peor, aprendemos.
Anankhe

sábado, 13 de marzo de 2010

XIIIIIIMMX Pensamiento 1


No hay heridas más dulces ni nostalgia más bella que la que deja un amor imposible.


Anankhe

MMII REFLEXION




VOLVER A EMPEZAR




Si pudiera devolver el tiempo y empezar de nuevo, ¿cometería los mismos errores?. ¿Esquivaría un agujero para caer en otro? ¿O sería la oportunidad más grande de corregir mis equivocaciones y tratar de ser feliz? ¿O debo sólo vivir un día tras otro sin preocuparme por lo que ya está hecho y no tiene remedio?




Cuando cierras los ojos a la fuerza y vives inmerso en la fantasía, alimentando tu espíritu con ilusiones creadas para tratar de evadir la realidad hasta que el resto del mundo desaparece, un día, sin querer, abres los ojos y ves con estupefacción que el mundo ya no es el que recordabas. El tiempo ha pasado y ya no puedes recuperar lo que dejaste atrás. En ese momento, tu fantasía se destruye y tu espíritu se quiebra y derrumba, sin quedarte otra opción que aferrarte a la esperanza y recoger tus propios pedazos del suelo con el único anhelo de poder volver al pasadoy comenzar de nuevo, hasta que te resignas pensando que todo en la vida tiene un propósito, que todo sucede por una razón, por algo o para algo, ya que no hay cabida para el azar en las intrincadas redes del destino y que, sin importar el camino que tomes, siempre llegarás al mismo punto en que desearás devolver el tiempo y comenzar otra vez.




Y así, sin querer, un día despegas tu vista del suelo y miras arriba y te das cuenta de que el sol aún está brillando sobre ti y de que aunque tu vida haya cambiado, no ha terminado aún. Te das cuenta que cada amanecer trae consigo un nuevo comienzo y que la real oportunidad de volver a empezar está aquí, ahora, en el presente, ya que no hay forma de saber lo que te espera en el futuro. Te das cuenta de que la vida se compone de momentos, y que es mejor tratar de ser feliz cada día que desgastarse luchando en vano por la felicidad eterna, ya que tu vida se vive hoy, aquí y ahora.




Anankhe

XIIIVIIMMII Poema, una lágrima

Una lágrima.
Después de mucho, una lágrima.
Una lágrima que vuela libre.
Una lágrima, algunos sueños, muchas risas apagadas.

Una lágrima,
detrás de una eterna sonrisa inanimada.
Una lágrima sin sentido,
sin pena ni tristeza,
sin emoción ni gloria.

Una lágrima que se derrama cansada de esperar.
Un alma que lentamente se expande
y, cansada del tiempo, desaparece.

Desaparece en una lágrima, que fue dejada en libertad.
Una lágrima, una sola
que cae al suelo y se evapora.

Anankhe

VIIXMMI Poema desde un sueño


¿Quién soy?
Me pregunto con locura
mientras busco entre las sombras de un pasado que no existe.
Abro mis ojos en la oscuridad
escarbando con mis dedos desde el fondo de la tierra.
Los sonidos se mezclan con el agua
siseando entre las olas como cantos de ballenas.
Cantos y lamentos de miles de rostros
que yacen inmóviles mirando al cielo.
Rostros de dolor y terror.

¿Que hago aquí?
Entre el cielo y la tierra.
Entre muros destruidos.
Ente el humo y las cenizas.
Entre el cielo y el infierno.
Entre luz y tinieblas.

En un lugar desconocido que siempre ha estado ahí,´
oculto a la vista de demonios y ángeles.

¿Qué soy?
¿Cómo fue ese accidente por el cuál estoy aquí?
No soy más que un alma arrastrada por la muerte,
sin nombre ni pasado.
En medio de nada, en el centro del mundo
mundo extraño y ajeno
¿Cuándo me dejarás partir?

Anankhe (Resumen de un sueño)

MCMXCVIII Poema Liberación


Las rocas se parten bajo el suelo
el aire nos impide respirar
la luz se pierde en las tinieblas.
El fuego quema lo que solíamos ser.
No hay salida en esta ruta
y no queda ruta que seguir.

En lo profundo de nuestro sueños
se muestra, a su manera, la vida.
En los viajes vagos de nuestra mente
perdemos poco a poco la conciencia.
No somos lo que somos.
No somos lo que creemos.

Pongo fin a este sufrimiento.
La carne filtra nuestros sentimientos.
El miedo paraliza el pensamiento.
Termino el sendero que no tiene final
y por el aire, por el agua,
por la tierra y por el fuego
yo te libero ahora
criatura de sal.

Anankhe

XXVIMMII Poema Tiempo


Que extraño es sentir que el tiempo te deja atrás...
Ir por la vida mirando desde fuera.
Girar alrededor del mundo sin tocarlo.
Como si lo viera desde lejos o soñara con mi vida día a día.
¿Cuál es la diferencia? Realidad y fantasía se recuerdan de igual forma.
Los días se suceden como los parpadeos.
Y el tiempo pasa y no me toca. Y el alma se hace vieja y el cuerpo sigue ahí, extraño, inerte.
Que extraño es sentirse atorada en un minuto que parece eterno, mientras que, frente a mis ojos, se van los siglos.
Y el alma se hace vieja y el cuerpo sigue ahí, contando los segundos que no acaban nunca.
El amanecer de verdad es tan real como el que sueño y tan irreal como el que vivo.
Y el tiempo pasa y no me toca. Y el alma se hace vieja y el cuerpo sigue ahí.
Se viven veinte años y se recuerdan en un minuto.
Y en un segundo se se piensa lo que se vive en una hora y se sueña en un minuto lo que no alcanza a vivirse en una vida entera.
Y el tiempo pasa y me traspasa sin tocarme.
El tiempo pasa, la gente corre, los niños crecen, el clima cambia.
Los días pasan uno tras otro sin clemencia, y pareciera que todos fueran el mismo que se repite una y otra vez en un ciclo interminable.
Personas van y vienen. Ninguna se queda.Y pasa una vida y otra y muchas; y el minuto no se acaba. Pasan años, pasan siglos.
Pasa el tiempo y no me toca y el alma se hace vieja y el cuerpo sigue ahi, encerrado en un minuto, eterno, invariable, limitado.
Y el alma se hace vieja mientras la mente recorre millones de años, vidas y mundos. Y el cuerpo sigue ahí, inmóvil, casi inerte, mientras pasan los segundos y el minuto no se acaba.
Y en cada uno de los segundos han pasado siglos de pensamientos, sentimientos, emociones, deseos.
Y lo que no es real se vive en ese instante con la misma intensidad que cualquier dia de la vida.
Fantasía y realidad se recuerdan de igual forma.
Y el tiempo pasa y no me toca. Y el alma se hace vieja y el cuerpo sigue ahí, inmóvil, eterno.

Anankhe

MCMCXIX Tranquilidad Pensamiento 3


Déjame pensar un momento
refugiada en tu silencio impenetrable.
Pensar, por ejemplo, en las estrellas
brillantes y lejanas como tus ojos al atardecer.
Pensar en el sol y la luna.
Sol que da vida y agobia con su luz
luna que enloquece con su esfera de plata
misteriosa y tranquila.

Anankhe

XVIIMMVIII ATACAMA


ATACAMA

Quiero sentir la ardiente caricia de tu mano de roca,
y quiero probar la sal de tus labios resecos,
y así beber sorbo a sorbo mi propia locura
que duerme en la tierra del eterno silencio.

Anankhe

A N A N K H E