"No te enojes, no te preocupes, trabaja con entusiasmo, ama profundamente todo lo que te rodea y agradece al creador a diario todo lo que te da"

sábado, 13 de noviembre de 2010

...

Noche, un cigarro, un libro e insomnio.
Y se acerca un nuevo día, como música que suena a lo lejos...

lunes, 17 de mayo de 2010

XVVMMX La esquina

Iba por la calle vagando, tramando,
planeando mi vida frente a cada vitrina,
soñando lo que nunca habria imaginado,
pensando en el presente y el pasado
y cómo el futuro sólo te deja esperando.
Y me quedé en el presente, seguro y cercano
como podría mejorarlo o cambiarlo,
presente feliz, lleno de dudas y anhelos
tangible e inmediato.

Y mientras estaba allí distraída pensando
el presente que alli estaba se fue, se escapó
sin darme cuenta de adonde ni cuándo
lo perseguí por las calles, tratando de alcanzarlo
rápido antes de que se convirtiera en pasado.
Queria que estuviera siempre conmigo
invariable, inmutable, .....congelado.

Y corrí y corrí por las calles por horas
hasta que se hizo noche de invierno
y las calles ya no eran las mismas que recordaba
me había perdido doblando una esquina escondida
ya no estaban las vitrinas en cuyo frente soñaba
no eran las mismas personas caminando a mi lado
y busque incansable por donde había venido
ya que si el presente está perdido,
trataría al menos de recuperar el pasado.

Pero había corrido tan de prisa sin mirar
que no recordaba las calles que había pasado
las esquinas con sus vueltas interminables
me habían por fin engañado.
Mi presente se fugó para siempre
y mis sueños en aquellas vitrinas quedaron plasmados
los busqué recorriendo las calles
mientras las tiendas cerraban sus puertas
y todos, de a poco, se iban alejando.

En que momento doblé la esquina,
pensaba mientras vagaba, perdida,
la esquina que cambió el rumbo de toda mi vida
y vagué por horas y días, extraviada
buscando en vano mi presente
que a esa altura ya era pasado
y me resigné a seguir recorriendo nuevas calles
nuvos sueños, nuevas vitrinas, nuevas personas.
A comenzar un nuevo presente
en aquellas calles deconocidas
y lo que perdí no lo he vuelto a encontrar
ni tampoco a extrañar.

En que momento doblé la esquina que me desvió
del camino que llevaba mi vida,
en que momento doblé la esquina que me obligó
a levantar la mirada y volver a empezar.
En que momento doblé la esquina que me hizo perder
el destino que le había planeado a mis días.
En que momento doblé la esquina que me trajo aquí, a este lugar
donde todo vuelve a comenzar.
Jamás lo voy a recordar.

jueves, 15 de abril de 2010

XIIIIIMMX Pánico

Pánico.




Sólo un "ataque de histeria" para algunos.

Para aquellos que no alcanzan a comprender

el intrincado funcionamiento de la mente humana

y se automatizan en vidas rutinarias sin sentido.

Corriendo sin cesar tras el pan de cada día

que pobremente alimenta sus pequeñas existencias.


Decirlo es muy fácil para los que no entienden como es esto.

Aquellos que no entienden que hay mentes diferentes

que funcionan más allá de los parámetros

que limitan a la mayoríade las personas,

que se jactan de su preciada "normalidad",

mimetizándose entre sí, formando una sociedad,

tan manipulable que puede ser arreada como ganado

por cualquier demagogo o programa de televisión.


Los que no se percatan de los pequeños detalles

que hacen único cada momento,

absortos en pensamientos mundanos y corrientes.


Que no se dan cuenta que el "mundo" o la "vida"

a veces se siente distinta.

Hay algo, un no se qué, que hace esos días diferentes.


Los que nunca han sentido que el mundo a tu alrededor

se distorsiona a tal punto de volverse extraño e irreconocible

como si hubieses sido trasladado a alguna realidad paralela

que se vuelve inexplicablemente amenazante.


Cuando pierdes la conciencia de las horas y los dias, del dia y la noche.

Cuando el tiempo se vuelve algo extraño y ajeno a la propia existencia.

Cuando te atormentas por intentar recordar cosas a veces tan comunes

que te enteras porque te cuentan los demás.


Te atormentas por esas "lagunas mentales" que juegan con tu memoria,

llevándose recuerdos verdaderos y en muchos casos

reemplazándolos por recuerdos ficticios

sin que uno sea capaz de notar la diferencia.

"Fantasía y Realidad se recuerdan de igual forma"



Cuando de pronto te encuentras en un lugar

y no recuerdas como llegaste ahi

y la gente se te acerca y te produce temor

y quieres correr, correr a donde sea,

pero el cuerpo se petrifica y no responde.

Cuando vas por la calle y de pronto olvidas en dónde estás

y te desesperas por no saber hacia donde caminar.


Cuando te falta la respiración,

ese ahogo insoportable que te llena de impotencia,

te desesperas intentando meter algo de aire a tus pulmones y no puedes,

las piernas te flaquean, el cuerpo se estremece y no responde,

la vista se va nublando hasta que todo se ve negro

y no ves nada, sólo sientes tu cerebro colapsar

y terminas arrinconado entre un muro y el piso

con una presión insoportable en el pecho

pensando que te vas a morir

y te sientes desvanecer pero no te desmayas

y estas semiconciente y desesperado (algunas veces ya resignado)

esperando una muerte que nunca llega.



En esos momentos de desesperación,

las palabras no consuelan,

los abrazos y caricias no ayudan,

que te digan "cálmate" es sólo una puñalada

estás solo contra tu peor pesadilla

luchando, constantemente, a pesar de todo,

por recuperar el control .


Pero es una batalla que siempre ganas,

pase lo que pase.

Una mente superior es más fuerte

que cualquier fármaco, consejo o terapia.

Te esfuerzas al máximo

pelea tras pelea, batalla tras batalla,

luchando sólo contra tu peor enemigo,

contra tí mismo,

aunque jamás termine,

luchas con toda tu energía

y, al final,

en la guerra

siempre ganas.

viernes, 9 de abril de 2010

XIVMMX HUELLAS


Miro en el espejo

y veo las marcas que la vida me ha dejado

grabadas en el rostro y en mi cuerpo.

Son huellas que dan testimonio de que he vivido,

que el tiempo ha pasado y me recuerdan tantas cosas.


Miro las lineas en mi frente, fruto de amarguras y,

disgustos, preocupaciones y desengaños,

que prefiero no recordar más que lo que dolorosamente me han enseñado.


Veo y siento las cicatrices de oscuros recuerdos

de desafortunados accidentes que me enseñaron a ser cautelosa,

y lo frágil que es nuestra vida

Accidentes que dejan el fantasma del temor

tan difícil de superar a pesar del tiempo.



Veo mi cuerpo que ha cambiado

como resultado de una vida demasiado reposada.

Recuerdo con nostalgia las tardes de deportes,

la permanente actividad, la agilidad de antaño.

La velocidad al correr, la facilidad de saltar muy alto,

la fuerza para levantar lo que fuera.


Veo las líneas alrededor de mis ojos

y recuerdo lágrimas derramadas, con o sin razón.

Recuerdo también las largas caminatas bajo el inclemente sol,

El aguzar la vista para apreciar mejor la belleza que me rodeaba.

El sonreír con la mirada, con humor y con cariño.



Recuerdo también, junto con las lineas que rodean mis labios,

tantas sonrisas de afecto a tantas personas.

Risas de momentos felices, de grandes y pequeñas alegrías.


Recuerdo maravillarme con los detallitos cotidianos que solemos pasar de largo,

el milagro de cada cosa que nos rodea,

tan sencillo como las estrellas en la noche

o tan grandioso como como una flor que crece en un lecho de rocas.



Veo mis manos resecas por lavarlas tantas veces.

Por haber hecho tantas cosas.

Desde sanar a crear.

Una mezcla de herramientas, pinturas e hilos,

de detergentes, cocina y trabajo.



Sensibles por haber tocado a tanta gente,

ayudándolos a superar sus dolores y limitaciones.

Veo las lineas de mis manos, cada vez más numerosas

y me pregunto si me depara un gran futuro.


Veo mis piernas, con tantos moretones, marcas y cicatrices,

evidencia de la inquietud y osadía de la niñez y adolescencia.

El arriesgarse sin medir consecuencias.

Tantas veces que caí y siempre me levanté.

Veo mis pies, cansados de tanto caminar.

Y caminé mucho. Muchísimo.



Recuerdo las incontables calles de las numerosas ciudades por donde anduve,

las personas que conocí, encontré, reencontré

y a los que nunca más aparecieron.

Los lugares que conocí, los senderos conquistados,

las orillas de tantas playas, casas,

desierto, árboles, nubes, viento,

gente, letreros y semáforos,

perros, luna, estrellas, calor y frío.


Todas esas cosas que recuerdas cuando caminas por el mundo,

muchas veces sin un rumbo fijo,

con el sólo afán de vagar y observar.

Conocer más allá de lo que alcanzan a ver mis ojos,

la curiosidad de saber lo que hay detrás de cada esquina.


Recorrer las calles con amigos, seguida por algún perro callejero,

con mi cámara fotográfica intentando captar la belleza y la historia,

de dia, de noche, con calor, lluvia o nieve.

Caminaría por el mundo si pudiera y cómo me gustaría.


Y veo en mi cuerpo tantas huellas imborrables.

Quisiera haber dejado huellas también en todos los lugares en que estuve,

en todas las personas que conocí.

Así, estas huellas en mí cuerpo tendrían sentido e historia.

No son heridas de guerra.

Son medallas, ya que me las he ganado todas,

una a una,

porque he vivido.

IXIVMMX REFLEXION LO QUE HE APRENDIDO


Recuerdo cuando mi padre me enseñaba algunas lecciones de vida, sobretodo el respeto por todos los seres humanos. Me llevaba a recorrer lugares, poblaciones, a conocer gente que para él era inspiradora.
Así, aprendí en mi vida que todos los seres humanos somos iguales, que no hay nadie superior a otro, que tan sólo la vida nos llevaba a cada uno por diversos caminos y así adquiríamos conocimientos y habilidades diferentes.
También aprendí que todos merecemos oportunidades. Que en enquivocarse está el aprender.
Aprendí el respeto por los ancianos, los menos afortunados, los esforzados trabajadores, las mujeres luchadoras y lo más importante tus antepasados que forman parte de tu propia historia.
Creía con esperanza que la gente podía vivir en armonía, que la fé siempre es tu mejor aliado y que vinimos al mundo para ser felices. Eso aprendí cuando era una niña.
Aprendí también que el mundo tiene mucho más para ofrecer que lo que ven tus ojos. Hay secretos que sólidamente guardados y otros que jamás serán descubiertos. Existen culturas impresionantes tan lejos del camino que une tu hogar y tu trabajo.
Aprendí a amar a todos los seres. A ver lo mejor de cada persona. Aprendí que de todos puedes aprender algo, aunque sea un vago mendigando en una esquina. Todos tiene diferentes experiencias de vida y algo pueden enseñarte.
Aprendí que no existe el cielo o el infierno, que el bien y el mal luchan constantemente en nuestras mentes regidos por nuestras volubles escalas de valores, donde entre el negro y el blanco hay una infinita escala de grises y los límites son definidos según conveniencia.
Aprendí que hay buenas y malas personas. Que las malas personas siempre tienen algún rasgo de bondad y que las buenas personas pueden cometer errores. Que tienes que esforzarte por ver lo mejor de cada uno de ellos y valorar esas cualidades, que valen más que mil defectos.
Era muy pequeña, unos 5 o 6 años, cuando mi padre aún creía en las sabias lecciones que me enseñaba, antes que la vida lo golpeara tantas veces que, cansado del tiempo, atribulado por las duras pruebas del destino y agobiado por lo que no puede ser controlado al punto que la fe se desvanece hasta pender de un hilo, pareció olvidar lo que tantas veces me había mostrado. Hoy pienso que, quizás, debería recordarle lo que me enseñó hace ya tantos años, en estos momentos de confusión y dolor, ya que ese hilo invisible que nos une jamás podrá romperse, porque él lo prometió cuando sólo era una niña.

VIIIVMMX Desiderata



Este es un poema que mi padre me mostró en un pergamino cuando yo era muy pequeña y se me quedó grabado para siempre. A mi corta edad, me enseñó la forma de ver el mundo. Por eso quiero compartirlo.

Nunca supe su autor.

Quiero compartirlo porque es simple, sabio y cierto; y sus palabras me inspiraron en muchos momentos de mi vida.




DESIDERATA


Anda plácidamente entre el ruido y la prisa, y recuerda la paz que se puede encontrar en el silencio.
En cuanto te sea posible, vive en buenos términos con todas las personas.
Enuncia claramente tu verdad.
Escucha a los demás, incluso al torpe e ignorante; ellos también tienen su historia.
Evita las personas ruidosas y agresivas, pues son un fastidio para el alma.
Si te comparas con los demás, te volverás vano y amargado; porque siempre habrá personas más grandes y más pequeñas que tú.
Disfruta de tus logros así como de tus planes.
Mantén el interés en tu propia carrera, por humilde que sea; ella es un tesoro en el fortuito cambiar de los tiempos.
Se cauto en tus negocios; pues el mundo está lleno de egoísmos, pero no te cierres a la virtud que hay en él; mucha gente se esfuerza por alcanzar nobles ideales; y en todas partes la vida está llena de heroísmo.
Se tú mismo. En especial, no finjas los afectos.
Tampoco seas cínico en el amor; porque medio de toda la aridez y desengaños, es perenne como la hierba.
Acata dócilmente el consejo de los años, abandonando con donaires las cosas de juventud.
Cultiva la fuerza del espíritu para que te proteja en la adversidad repentina. Pero no te angusties con fantasmas. Muchos temores nacen de la fatiga y la soledad.
Junto con una sana disciplina, se benigno contigo mismo.Tú eres una criatura del Universo, no menos que los plantas y las estrellas; y tienes derecho a existir, y sea que te resulte claro o no, el Universo marcha como debiera. Por lo tanto, manténte en paz con Dios, cualquiera sea tu modo de concebirlo y cualesquiera sean tus trabajos y aspiraciones, mantén la paz con tu alma en la bulliciosa confusión del planeta, que con todas sus farsas y sueños fallidos, sigue siendo hermoso.
Ten cuidado.
Esfuérzate por ser feliz.

martes, 30 de marzo de 2010

XXIIIMMX A Perséfone

Amiga, ya has pasado tu tiempo en el Inframundo
y ahora te toca disfrutar de la vida.
Impregnar este invierno con la primavera de tu bondad,
iluminar los lugares más oscuros con la luz de tu sonrisa.

Extrañaré tus incontables gestos de dulzura
y tu preocupación desinteresada.
Porque existen momentos inolvidables,
cosas inexplicables y personas incomparables.


Llévate Perséfone todo el amor de esta isla.
para que llene tus días de soledad.
Te envío desde esta tierra tan lejana
la sonrisa de cada niño que te recuerda,
el canto de cada ave que suena en las mañanas,
el susurro del viento que te llevará desde este pueblo,
el sonido de cada árbol cuando se mecen sus hojas,
el aroma de cada flor que aparece enfrentando al clima,
el canto apagado de los Selk'nam
y el corazón de los que hacemos patria
en este pedacito de tierra
y sentimos cada día el vacío de tu ausencia.




Te deseo que tu hogar sea tu refugio
y esté siempre lleno de paz y armonía.
Te deseo que tus días estén llenos de sol
para que te llenes de energía y alimentes tus pasiones
Te deseo que tus noches estén llenas de estrellas
para que puedas liberarte y danzar con ellas.
Te deseo que la luna te cubra con su manto
y te llene de su magia misteriosa.

Te deseo que el viento refresque tu cabeza
y se lleve todas tus preocupaciones
y aquellos pensamientos que en silencio te atormentan.
Te deseo que la lluvia purifique tu espíritu inocente.
Te deseo que la nieve congele tu impaciencia
y congele también el tiempo en tus horas de alegría.
Te deseo que el Universo confabule con tus sueños
para que puedas lograr todos tus anhelos.




Te deseo tantos momentos felices como gotas tiene la lluvia,
tanto amor como luz irradia el sol
y tantas bendiciones como la arena del mar.
Te deseo que cada mañana al levantarte
decidas ser feliz por sólo por ese día
y vengan a tu memoria en tus malos momentos
todos los recuerdos felices que has construido durante tu vida.


Te regalo el Mundo, tan pequeño y tan grande,
para que aproveches al máximo todo lo que pueda darte.
Te regalo los atardeceres,
para que disfutes el cariño de la nostalgia.
Te regalo el viento y el océano
para que lleven tu imaginación
a lugares lejanos y desconocidos.



Te regalo mis ojos,
para que puedas verte con la belleza que yo veo.
Te regalo mis oídos,
para que escuches el armonioso sonido de tu risa.
Te regalo todos mis suspiros
para cuando sientas que el aire te falta.
Te regalo todas mis lágrimas
para que no tengas que derramar las tuyas.
Te regalo un pedacito de mi corazón
para que puedas con él parchar el tuyo.

Te regalo un abrazo y mi sonrisa,
para que puedan siempre acompañarte.

Te regalo mi amistad, tesoro que pocos comparten.

Y te regalo, con amor, este poema
que es lo mejor que puedo darte.



¡Hasta pronto Perséfone!

Porque el Adiós no existe.


Anankhe

viernes, 26 de marzo de 2010

XXVIIIIIMMX A un mes...

Hace ya un mes que sucedió. Esa terrible tragedia. El terremoto más terrible que puedo recordar, porque sucedió en mi época, en mi tiempo, en mi tierra.

Es increíble pensar que hace ya un mes de esas angustiosas noticias, frustrantes intentos de llamadas telefónicas, incertidumbre, temor, pensar en nuestros seres amados que se encontraban en ese momento en el centro del infierno y que no podíamos contactar para asegurarnos su supervivencia. Y no todos sobrevivieron.

Y parece que fuera sido ayer... quizás no ayer, pero se siente como apenas la semana pasada. No puedo creer como el tiempo, inclemente, nos obliga a continuar con nuestras vidas cotidianas dejando atrás a aquellos que lo perdieron todo, su hogar, sus anhelos, su esfuerzo, su familia, su vida. El tiempo definitivamente no espera a nadie, ni siquiera a los que sufren en este momento la agonía de vivir en una tierra postapocalíptica, cargando con la falta de centenares de personas que existían, sí, vivían tranquilas sus pequeñas vidas en un lugar aparentemente tranquilo y armonioso, hace apenas un mes...

Y el tiempo pasa y no espera por nadie. Miles siguen en la desesperación de no saber cómo continuar sus vidas, mientras nos preocupamos del último chascarro del Presidente de turno o del último eliminado de un absurdo Reality Show.
Un mes!!!! Y qué ha pasado??? Qué se sabe ahora de aquella gente, abandonada a su suerte, rodeada de militares que coartan sus libertades para proteger sus golpeadas vidas, que no han tenido el momento aún de sufrir el duelo de sus seres perdidos. Qué hay de aquellos mártires que nos recordaron lo diminutos que somos en un mundo que está en constante cambio, donde cada tragedia se desvanece con el tiempo hasta convertirse en una anécdota más de un libro de historia.

Hace un mes me di cuenta de la importancia de vivir y sobrevivir. De lo mucho que extraño a aquellos que están lejos. De la impotencia que se siente frente a las fuerzas de la naturaleza. De lo pequeños que somos, al fin, en esta esporádica existencia.

Hace un mes fuimos despertados. Se nos mostró con crueldad que cualquier cosa puede pasar cualquier día. Que nadie tiene las horas contadas ni compradas. Que debemos darle un sentido a nuestra existencia o desparecer anónimamente en el olvido.

Un mes y aún me afecta como si fuera sido ayer, como si fuera sido hoy, como si se repitiera una y otra vez cada día, todos los días.

Descanso a los caídos y paz a los que quedaron atrás. Es todo lo que puedo desear en este momento. Nada volverá a ser como antes, nunca más, para esta generación que fue testigo del desastre. Nunca más. Nuestros corazones quedaron marcados como las grietas en nuestra tierra.

sábado, 20 de marzo de 2010

XXIIIMMX Cuento - La Elegida del mar.

La Elegida del Mar


Ya era avanzada la tarde cuando ella apareció en la playa. Se sentó en la arena, rodeando sus rodillas con sus brazos. Sintió el agradable frío de aquella hora. En silencio, con la mirada fija en el horizonte, esperó el atardecer. Vio como el cielo azul se teñía de rojo. Vio morir al sol y como el cielo fue invadido lentamente por la penumbra. Esa noche había luna llena, lo que indicaba que el momento era el indicado.



Joven y hermosa, se irguió altanera frente a la orilla del mar. Se despojó de sus ropas y completamente desnuda miró al cielo, encarando a la luna. Ambas se contemplaron un instante mientras el agua fría bañaba delicadamente sus pies. Su blanca piel resplandecía en la oscuridad con la misma intensidad de las estrellas de aquella noche. El frío viento, como un aliento de hielo, pasaba discretamente a su lado, rodeando su cuerpo, haciendo que sus negros cabellos acariciaran suavemente su espalda desnuda.

Entonces, miró al mar. Se sentía tan pequeña y vulnerable que no pudo evitar sentirse seducida por aquella inmensidad, llena de promesas de poder y libertad que cautivaban su espíritu inocente, sin darse cuenta de que encierra en secreto la tentación de la muerte, que asoma sus garras con cada vaivén de la olas. En ese instante vio el resplandor de la luna reflejado sobre las aguas. Era el momento esperado. Un camino plateado y brillante que se presentaba ante ella como una invitación. Podía sentir como el mar la llamaba, lo sentía en cada fibra de su ser, la atraía hacia sí invitándola a compartir su grandeza. Ella se dispuso a seguir aquel camino y entonces, dudó. Sintió miedo, frío y un ruido molesto e insistente. Una campanilla que no cesaba de sonar...

Despertó. Abrió sus ojos, apagó perezosamente el despertador y se quedó un instante mirando el deteriorado techo de su habitación, por el que se filtraban algunos rayos de luz anunciando la mañana. Era el mismo sueño de todas las noches, ya tantas que no recordaba cuando había comenzado. Un intrigante sueño que la llenaba de felicidad y a su vez, de insatisfacción. Le recordaba su juventud, cuando vivía en aquella antigua casita frente a la playa y se quedaba cada tarde contemplando los atardeceres sentada en la playa.
Se levantó por fin y se preparó para ir a trabajar. Mientras se peinaba frente al espejo, trataba en vano de recordar que día era. Es que todos eran iguales, como si viviera el mismo día una y otra vez en un ciclo interminable. Si no fuera por su cabello cano y los surcos cada vez más marcados en su rostro, no se hubiera dado cuenta de que el tiempo realmente había pasado.

Elisa salió como todos los días en la mañana a abrir el kiosco que tenía en una esquina de la plaza. Era lo único que su esposo le había dejado y ella lo atendía desde que él enfermó y luego falleció. Aquel día en que fue tan injustamente arrebatado de su lado, hace ya siete años. Una larga enfermedad que extinguió su vida poco a poco, como una vela que se consume hasta que finalmente se apaga. Treinta y ocho años de matrimonio reducidos a algunas fotografías, un hijo siempre ausente y su kiosco, en la esquina de la plaza.

Día tras día veía pasar a las mismas personas y vendía las mismas cosas, casi sin hablar con nadie. Sólo algunos se tomaban el tiempo de decir ¡Buenos días! o ¡Buenas tardes!. Nadie se molestaba en preguntarle siquiera como estaba, aunque fuera por vana cortesía. A través de la pequeña ventanilla veía el mundo como si viera la misma película una y otra vez por la televisión. Estaba tan acostumbrada a ese lugar que creía ver cómo crecían los árboles. No tenía mucho en qué distraerse. A veces recordaba a su único hijo, del que hacía meses no tenía noticias. Había dejado el hogar demasiado joven, para trabajar en faenas mineras. Después se fue a probar suerte a la capital. Ahora vivía en una ciudad del sur y estaba demasiado ocupado, o al menos eso creía Elisa, para comunicarse con su madre. La última vez que lo vio fue para el funeral de su esposo. Le dejó algo de dinero y se marchó a los tres días. El se había casado hace ya cinco años, allá en el sur. "Debe ser una buena mujer" pensaba siempre mientras atendía su negocio. No le quedaba más que pensar ya que no la conocía. Ya tendrían un hijo o dos. Una familia a la que pertenecía por derecho y a la cual sólo podía imaginar.

Dieron las seis de la tarde en el reloj de la plaza. Ni siquiera se había acordado de almorzar, lo que se estaba convirtiendo en costumbre. Como todas las tardes, guardó sus mercancías y cerró el kiosco con ese pesado candado que le daba seguridad. Se dirigía su casa, pero ese día, sin saber por qué, casi por inercia, se desvió. Caminó las escasa cuadras que la separaban del Paseo del Mar y bajó por la extensa escalera. Finalmente llegó a la playa y se sentó en la arena, como en aquellos años, a esperar el atardecer. Algunas lágrimas asomaron en sus ojos cansados al sentir la brisa en el rostro. Apretó la arena en sus manos, dejándola escurrir lentamente entre sus dedos para caer en su regazo. Siguió con la mirada el movimiento de las aguas dejándose hechizar por la música de las olas. Sólo por ese instante, el resto del mundo desapareció tras ella. Desató su cabello para que se moviera libremente con el suave viento. En su rostro usualmente inexpresivo se dibujó tímidamente el bosquejo de una sonrisa. Siempre se había sentido atraída por el mar. Era como si, de alguna forma inexplicable, su espíritu perteneciera a aquellas aguas. Esperó la caída de la noche y se dirigió a su casa. Apenas comió un poco de pan, se acostó y sin darse cuenta se durmió.

Esa noche se repitió el mismo sueño. Elisa llegó nuevamente a la playa con su belleza de antaño marchitada por los años. Se sentó en la arena a esperar el atardecer. Una vez que se fue el sol y emergió la luna, se puso de pie, se desnudó y se acercó a la orilla. Se quedó allí, erguida, desafiante, mirando la luna y luego al océano, sintiendo como el viento acariciaba su piel desnuda. Su largo cabello se arremolinaba a su alrededor. La luna brillaba con toda su intensidad reflejándose en sus grandes ojos soñadores. Entonces, apareció sobre las aguas el sendero plateado. Se acercó, sin temor esta vez. Sin dudas, sin pensamientos, sin recuerdos ni preocupaciones. Simplemente se dejó llevar por aquella eterna llamada y avanzó sumergiéndose lentamente entre las suaves olas. El frío del agua le llegó hasta los huesos, pero no vaciló. Se sumergió completamente y comenzó a faltarle el aire. Se le hacía difícil avanzar, pero iba entre decidida y hechizada y siguió sin titubear. El miedo intentó en vano apoderarse de ella. Siguió adelante hasta que vio resplandecer una luz en el fondo del mar. Se encaminó hacia ella como atraída por un imán. A medida que se acercaba el frío desapareció. No respiraba, pero tampoco se sentía ahogada. Fue sintiendo un leve calor que la rodeaba y le infundía seguridad. Como que la acogía de cierta forma y esa sensación se acrecentaba con la cercanía de la fuente de luz al mismo tiempo que una desconocida energía recorría todo su cuerpo. Sintió en su corazón un torrente de emociones que se atropellaban entre sí mientras que por su mente pasaban recuerdos a una velocidad impresionante, algunos ya completamente olvidados. Al fin llegó al lugar de donde provenía aquella luz, extendió su mano y sutilmente, la tocó. Aquella luz instantáneamente se expandió envolviéndola. Efectivamente la había estado esperando toda su vida. No puede describirse la sensación que aquello le produjo. Fue como si Dios mismo la cobijara entre sus brazos. Su espíritu se extendió mucho más allá de su cuerpo fundiéndose con el universo. Su alma se llenó de paz y felicidad y Elisa, por fin, pudo ser libre. Libre de verdad. Libre para siempre.

Era de mañana otra vez en la plaza. Hacía una semana que el kiosco de la esquina estaba cerrado. Algunas personas que diariamente pasaban por ahí comenzaron a preguntarse que habría pasado con aquella señora. Ya se habían acostumbrado a verla allí durante tantos años así como a cualquiera de las estatuas o los árboles del lugar, que la recordaban casi como a un monumento. Algunos curiosos intentaron averiguar que había sido de ella, pero se percataron que nadie sabía su nombre. Ese mismo día llegó la noticia. El cuerpo de la señora Elisa fue encontrado sumergido en el mar, completamente desnudo. Hubieron algunas reacciones de incertidumbre y compasión, pero a nadie le importaba de verdad. Muchos especularon e iniciaron rumores. La verdad, nunca se supo.

Dos días después se realizó el funeral. No había mucha gente. Algunas mujeres de alguna iglesia que asistieron por compasión, un sacerdote y un hombre que lloraba de pie junto a una mujer, con un niño a su lado y otro en sus brazos. Sobre el ataúd se encontraba la única fotografía que pudieron encontrar, tan antigua que estaba un poco arruinada. Sólo se distinguía el rostro hermoso de una mujer, de ojos grandes y largos cabellos negros, con una sonrisa, aparentemente junto a una pequeña casita frente al mar.

Fin

Por Anankhe

jueves, 18 de marzo de 2010

MCMXCIX Contemplacion nocturna


Estoy sentada contemplando la noche, escuchando el frío silencio del infinito y tratando que mi mirada traspase la oscuridad circundante.
De pronto, levanto los ojos y veo el cielo nocturno en su esplendor, coronado por una esfera de plata y rodeada por miles de diamantes resplandecientes que paulatinamente se derraman sobre el mar, iluminando con sus reflejos las olas que azotan sin piedad y sin rencor la orilla de la playa, en un monótono y eterno vaivén que sobrecoge el alma para, luego, hacerla explotar.

XIIIIXMMI Relato de un sueño apocalíptico

RELATO DE UN SUEÑO APOCALIPTICO
Prisionera entre calles estrechas de muros destruidos escucho el sonido de los truenos que castigan la soberbia del hombre.

Miro al cielo y veo caer los rayos de luz sobre personas, edificios, ciudades. Escucho el sonido del concreto al derrumbarse.

Veo a la humanidad desaparecer como un imperio aplastado durante su apogeo. Los pecadores son eliminados uno a uno. Quizás mi turno se acerca.
Veo las olas del mar erguirse con odio para destrozar con su poder subestimado todo vestigio de una civilización orgullosa y egoísta. Sólo respiro cenizas y polvo. Todo está oscuro.

En el cielo, entre negras nubes, vi su rostro. Un rostro tallado en las sombras que surge amenazante sobre la Tierra. El rostro de la muerte con todo su horror.

La tierra se parte bajo mis pies, se derrumba y desaparece. Me quedo flotando en el aire mientras contemplo la destrucción. Escucho gritar a la gente que se rehúsa a morir. Corren asustados sin saber adonde ir. Lo único seguro es que no pueden escapar.
Las nubes giran alrededor de la muerte. Todo lo que mira se convierte en cenizas. Las negras aguas del mar invaden todo lo que queda. Las personas encadenadas son conducidas a enormes abismos de los que brotan llamas de fuego y se arrojan por sí mismas para terminar con todo de una vez.

Poco a poco desaparece todo rastro de humanidad. Las llamas se apagan y yo aún estoy aquí. Como si la muerte se hubiese olvidado de mí. ¿Por qué no me ha llevado? Quizás mi condena sea la peor de todas: quedarme aquí para siempre y no morir jamás.

Miro al cielo y la muerte se ha marchado. El cielo es azul otra vez. El mar ha vuelto a su lugar y toda ceniza fue arrastrada por el viento.


Miro otra vez la tierra y veo que ningún animal fue tocado y ninguna planta fue dañada. Ninguna montaña fue destruida. La tierra renace poco a poco y vuelve a ser como era en un principio, antes que los humanos la invadiéramos. Cuando todo era armonía. Cuando todo era perfecto, bueno y hermoso.

(Recuerden que fue sólo un sueño)

XVIIMMVIII Llamada de Atacama


Tengo ganas de moverme....
Mi espíritu, usualmente libre, se siente atado, encadenado. Quiere irse a San Pedro, como si una parte de mi alma perteneciera a aquella tierra sin tiempo y estuviera allí, aguardándome para el místico reencuentro. Sé que me espera, paciente y silenciosa, hija perdida en el mundo, lejos de su tierra, de su fuente de energía.

"Quiero sentir la ardiente caricia de tu manos de roca
y probar la sal de tus labios resecos,
para así beber sorbo a sorbo mi propia locura
que duerme en la tierra del eterno silencio"

La verdad, mi mente siempre va al norte, el desierto me tira con sus manos que salen de la arena. Puedo oir su incansable llamado en el viento. Mi alma pertenece ahí, puedo sentirlo. Me hace falta, mucha falta.

Siento que me estoy vaciando. Llenando la mente de ideas, pero, vaciando el espíritu. La energia se agota con rapidez.

Lo único que quiero es un respiro de libertad en la inmensidad de mi desierto.

XXVIMMVIII Resignada Desesperación


Es demasiado que contar....
Tengo esa terrible sensación de que mi vida está tomando el camino equivocado.
Se siente como si algo fuera repentinamente a estallar en mi cabeza. Tengo miedo de que estalle...una vez más.
Tengo miendo de volver a perder la conciencia de la realidad, ahora que todo parecía ir tan bien.
Siento que me falta tanto, no en lo material, sino en el hecho de hacer cosas y las sensaciones que me producen.
Estoy hambrienta de emociones, sedienta de exterimentar cosas nuevas, crear, jugar un poco con el sabor de lo prohibido.

Además quiero caminar, recorrer las calles innumerables veces con mi cámara fotográfica, viajar. Poder vivir sin tener que trabajar.
Tengo ganas de crear algo que sea perfecto. Hacer algo grandioso que haga recordar mi nombre por generaciones.
Me da terror verme resignada a una existencia mediocre y tener que seguir calmando las ansias de una mente superior con psicotrópicos para que pueda encajar en el mundo "normal". Tener que estupidizarme con la "cultura televisiva" actual que mata las neuronas de nuestra juventud acelerando su proceso de flaitemorfosis, o ver dramas inventados en tv o contaminarnos de malas noticias sólo para consolarnos de nuestras insignificantes existencias. Hacerte socio de esta sociedad te puede matar.

Y todo planeado para que mi mente no note lo que hay dia a dia alrededor: mediocridad, corrupción, flojera, flaitismo, depresión, amargura, conformidad adquirida en una sociedad limitada.
Se que puedo hacer más. mucho más. Necesito tomar riesgos que estimulen mi intelecto y hacer cosas que alimenten mi espíritu, siendo lo principar ver.

Sólo ver. Contemplar simultáneamente la maravilla y la miseria del mundo. Conocer lugares, maravillarme con la grandiosidad de la creación y tratar de capturarla por una fracción de segundo en una imagen perenne.
Una flor en una foto nunca se marchita ni pierde su color. Las personas en las fotos no envejecen, no mueren, están allí, eternamente sonrientes, como si una fracción de su alma hubiese quedado plasmada en ese trozo de papel, que se atesora por años y años.

Estoy cansada de dejar de hacer cosas sólo pór estar muy cansada para hacerlas. Como decía Ozzy "I'm so sick and tired of being sick and tired" (Estoy tan enfermo y cansado de estar enfermo y cansado). No quiero terminar mi vida cómodamernte infeliz.

Estoy muriendo lentamente y lo peor es que puedo verlo. Y siento la impotencia de no poder o no querer hacer nada al respecto.

Yo sólo quiero ser viento.

lunes, 15 de marzo de 2010

XVIIIMMXII Pensamiento 2

Todos, los cambios son buenos. Si son para mejor, avanzamos. Si son para peor, aprendemos.
Anankhe

sábado, 13 de marzo de 2010

XIIIIIIMMX Pensamiento 1


No hay heridas más dulces ni nostalgia más bella que la que deja un amor imposible.


Anankhe

MMII REFLEXION




VOLVER A EMPEZAR




Si pudiera devolver el tiempo y empezar de nuevo, ¿cometería los mismos errores?. ¿Esquivaría un agujero para caer en otro? ¿O sería la oportunidad más grande de corregir mis equivocaciones y tratar de ser feliz? ¿O debo sólo vivir un día tras otro sin preocuparme por lo que ya está hecho y no tiene remedio?




Cuando cierras los ojos a la fuerza y vives inmerso en la fantasía, alimentando tu espíritu con ilusiones creadas para tratar de evadir la realidad hasta que el resto del mundo desaparece, un día, sin querer, abres los ojos y ves con estupefacción que el mundo ya no es el que recordabas. El tiempo ha pasado y ya no puedes recuperar lo que dejaste atrás. En ese momento, tu fantasía se destruye y tu espíritu se quiebra y derrumba, sin quedarte otra opción que aferrarte a la esperanza y recoger tus propios pedazos del suelo con el único anhelo de poder volver al pasadoy comenzar de nuevo, hasta que te resignas pensando que todo en la vida tiene un propósito, que todo sucede por una razón, por algo o para algo, ya que no hay cabida para el azar en las intrincadas redes del destino y que, sin importar el camino que tomes, siempre llegarás al mismo punto en que desearás devolver el tiempo y comenzar otra vez.




Y así, sin querer, un día despegas tu vista del suelo y miras arriba y te das cuenta de que el sol aún está brillando sobre ti y de que aunque tu vida haya cambiado, no ha terminado aún. Te das cuenta que cada amanecer trae consigo un nuevo comienzo y que la real oportunidad de volver a empezar está aquí, ahora, en el presente, ya que no hay forma de saber lo que te espera en el futuro. Te das cuenta de que la vida se compone de momentos, y que es mejor tratar de ser feliz cada día que desgastarse luchando en vano por la felicidad eterna, ya que tu vida se vive hoy, aquí y ahora.




Anankhe

XIIIVIIMMII Poema, una lágrima

Una lágrima.
Después de mucho, una lágrima.
Una lágrima que vuela libre.
Una lágrima, algunos sueños, muchas risas apagadas.

Una lágrima,
detrás de una eterna sonrisa inanimada.
Una lágrima sin sentido,
sin pena ni tristeza,
sin emoción ni gloria.

Una lágrima que se derrama cansada de esperar.
Un alma que lentamente se expande
y, cansada del tiempo, desaparece.

Desaparece en una lágrima, que fue dejada en libertad.
Una lágrima, una sola
que cae al suelo y se evapora.

Anankhe

VIIXMMI Poema desde un sueño


¿Quién soy?
Me pregunto con locura
mientras busco entre las sombras de un pasado que no existe.
Abro mis ojos en la oscuridad
escarbando con mis dedos desde el fondo de la tierra.
Los sonidos se mezclan con el agua
siseando entre las olas como cantos de ballenas.
Cantos y lamentos de miles de rostros
que yacen inmóviles mirando al cielo.
Rostros de dolor y terror.

¿Que hago aquí?
Entre el cielo y la tierra.
Entre muros destruidos.
Ente el humo y las cenizas.
Entre el cielo y el infierno.
Entre luz y tinieblas.

En un lugar desconocido que siempre ha estado ahí,´
oculto a la vista de demonios y ángeles.

¿Qué soy?
¿Cómo fue ese accidente por el cuál estoy aquí?
No soy más que un alma arrastrada por la muerte,
sin nombre ni pasado.
En medio de nada, en el centro del mundo
mundo extraño y ajeno
¿Cuándo me dejarás partir?

Anankhe (Resumen de un sueño)

MCMXCVIII Poema Liberación


Las rocas se parten bajo el suelo
el aire nos impide respirar
la luz se pierde en las tinieblas.
El fuego quema lo que solíamos ser.
No hay salida en esta ruta
y no queda ruta que seguir.

En lo profundo de nuestro sueños
se muestra, a su manera, la vida.
En los viajes vagos de nuestra mente
perdemos poco a poco la conciencia.
No somos lo que somos.
No somos lo que creemos.

Pongo fin a este sufrimiento.
La carne filtra nuestros sentimientos.
El miedo paraliza el pensamiento.
Termino el sendero que no tiene final
y por el aire, por el agua,
por la tierra y por el fuego
yo te libero ahora
criatura de sal.

Anankhe

XXVIMMII Poema Tiempo


Que extraño es sentir que el tiempo te deja atrás...
Ir por la vida mirando desde fuera.
Girar alrededor del mundo sin tocarlo.
Como si lo viera desde lejos o soñara con mi vida día a día.
¿Cuál es la diferencia? Realidad y fantasía se recuerdan de igual forma.
Los días se suceden como los parpadeos.
Y el tiempo pasa y no me toca. Y el alma se hace vieja y el cuerpo sigue ahí, extraño, inerte.
Que extraño es sentirse atorada en un minuto que parece eterno, mientras que, frente a mis ojos, se van los siglos.
Y el alma se hace vieja y el cuerpo sigue ahí, contando los segundos que no acaban nunca.
El amanecer de verdad es tan real como el que sueño y tan irreal como el que vivo.
Y el tiempo pasa y no me toca. Y el alma se hace vieja y el cuerpo sigue ahí.
Se viven veinte años y se recuerdan en un minuto.
Y en un segundo se se piensa lo que se vive en una hora y se sueña en un minuto lo que no alcanza a vivirse en una vida entera.
Y el tiempo pasa y me traspasa sin tocarme.
El tiempo pasa, la gente corre, los niños crecen, el clima cambia.
Los días pasan uno tras otro sin clemencia, y pareciera que todos fueran el mismo que se repite una y otra vez en un ciclo interminable.
Personas van y vienen. Ninguna se queda.Y pasa una vida y otra y muchas; y el minuto no se acaba. Pasan años, pasan siglos.
Pasa el tiempo y no me toca y el alma se hace vieja y el cuerpo sigue ahi, encerrado en un minuto, eterno, invariable, limitado.
Y el alma se hace vieja mientras la mente recorre millones de años, vidas y mundos. Y el cuerpo sigue ahí, inmóvil, casi inerte, mientras pasan los segundos y el minuto no se acaba.
Y en cada uno de los segundos han pasado siglos de pensamientos, sentimientos, emociones, deseos.
Y lo que no es real se vive en ese instante con la misma intensidad que cualquier dia de la vida.
Fantasía y realidad se recuerdan de igual forma.
Y el tiempo pasa y no me toca. Y el alma se hace vieja y el cuerpo sigue ahí, inmóvil, eterno.

Anankhe

MCMCXIX Tranquilidad Pensamiento 3


Déjame pensar un momento
refugiada en tu silencio impenetrable.
Pensar, por ejemplo, en las estrellas
brillantes y lejanas como tus ojos al atardecer.
Pensar en el sol y la luna.
Sol que da vida y agobia con su luz
luna que enloquece con su esfera de plata
misteriosa y tranquila.

Anankhe

XVIIMMVIII ATACAMA


ATACAMA

Quiero sentir la ardiente caricia de tu mano de roca,
y quiero probar la sal de tus labios resecos,
y así beber sorbo a sorbo mi propia locura
que duerme en la tierra del eterno silencio.

Anankhe

A N A N K H E